domingo, 12 de septiembre de 2010



LA NIEVE
Observándote, me doy cuenta de tu tranquilidad
acariciándome cuando caes, sobre mí,
manto celestial, especia de invierno,
fría y cálida, sólo tu tienes ambos dones,
sólo tu cuando apareces cambias todo de color,
un color blanco y permanente
como permanente esta mi alma cuando te observa
empapándome a la vez que rozas suavemente mi piel,
penetrándola como cuchillos afilados,
sin dejar, por un instante de aclamar mi atención.

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